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Alfonso Morcuende

re-new Orleans

Behavior

Design for change, design for action

Theophilus Van Kannel inventó y patentó en 1888 la puerta giratoria. Bautizó a su puerta como la “Storm-door structure“. La primera se instaló en 1899, fue la atracción de Rector´s, un restaurante situado en el Times Square neoyorkino. La leyenda cuenta que Theophilus sufría fobia social, fruto de ello fue su aversión a las puertas de entrada en edificios. Digamos que no le hacía especial gracia el juego de: “no, por favor, pasé usted primero“. Además, como buen misógino, Theophilus detestaba mostrarse cortés y abrir puertas a las mujeres. Con su invento, además de hacerse rico, encontró una manera de escapar a las convenciones sociales de su época.

 

Puertas giratorias del restaurante Rector´s.

Fuente: 99percentinvisible.org – Episode 93: Revolving Doors

La puerta giratoria es la solución perfecta para evitar la entrada de suciedad, frío, lluvia y ruido. También es la solución perfecta desde el punto de vista energético. Hablamos de puertas que nunca están abiertas. El único intercambio de aire exterior-interior se produce con la entrada y salida del edificio. El intercambio de aire es ocho veces inferior con el uso de este tipo de puertas. Esto, supone un ahorro considerable en calefacción y aire acondicionado. En resumen, todo en ellas es perfecto, solo tienen un problema. La gente no las usa.

Algunas son demasiado pesadas e incomodas de utilizar. Sus compartimentos, demasiado estrechos, transmiten claustrofobia cuando estás en ellos. Luego está el miedo a sufrir un accidente, engancharte un brazo o una pierna siempre te pasa por la cabeza. Si entras con otra persona en ellas, la puerta nos obliga a estar demasiado juntos, más de lo que socialmente consideramos como aceptable.

Un estudio realizado en 2006, por un grupo de estudiantes del MIT, calculó en un gasto extra de varios miles de dólares por edificio y año, por la falta de uso de puertas giratorias. Solo, entre un 20% y un 30% de las veces que una persona tiene la posibilidad de utilizarlas son utilizadas. Los estudiantes del MIT intentaron aumentar su uso y colocaron carteles como este:

 

Please use the revolving door

Fuente: 99percentinvisible.org – Episode 93: Revolving Doors

Andrew Shea, diseñador afincado en New York y autor del libro “Designing for social change” replicó este mismo experimento en la universidad de Columbia. Tras veinte horas de observación, obtuvo resultados similares a los obtenidos por los estudiantes del MIT, un 28% de la gente usaba las puertas giratorias. Tras poner señales, que el mismo diseñó, se incrementó su uso hasta un 71%. ¿No te parece alucinante que un simple cartel pueda cambiar, de una manera tan abrupta, nuestro comportamiento?

Esta historia está directamente copiada de mi blog favorito sobre diseño: 99percentinvisible. No te olvides escuchar su podcast.

 

Un modelo para analizar los comportamientos

Aunque el caso de las puertas giratorias nos pueda parecer nada más que una curiosidad, creo que nos sitúa ante importantes preguntas. ¿Existe alguna base teórica que explique la forma en la que tomamos decisiones? ¿Se puede modificar nuestro comportamiento a través del diseño? ¿Se pueden planificar acciones y comportamientos? Si, se puede.

El profesor BJ Fogg, de la universidad de Stanford, define nuestros comportamientos como la unión de tres fuerzas. Estas convergen en un mismo momento para la producción de una acción. Las tres fuerzas son: La motivación para realizar una tarea. La habilidad o conocimiento necesario para realizarla. Finalmente, necesitamos un disparador o iniciador que empuje a la acción. Si alguna de estas fuerzas no está presente en el momento adecuado, la acción no será realizada.

Las motivaciones para realizar una acción son divididas, por el profesor Fogg, en tres principios fundamentales: Sensación, Anticipación y Cohesión social. Estos principios fundamentales tienen extremos opuestos. Ningún ser humano puede escapar a estos principios. Para ilustrar más gráficamente las motivaciones, aquí tienes las siguientes imágenes:

 

Three core motivators, each with two sides
Sensation is a Core Motivator
Pleasure
Pleasure
Pain
Pain
Anticipation is a Core Motivator
Hope
Hope
Fear
Fear
Social Cohesion is a Core Motivator
Social Rejection
Social Rejection
Social Acceptance
Social Acceptance

Además de la motivación, es necesaria una habilidad suficiente para realizar la acción. Cuanto más sencilla sea la habilidad que necesitemos, más probable será que realicemos una acción.

Por último, se necesita un disparador. Sin este, el comportamiento no sucederá. Los disparadores pueden ser externos. Una alarma de incendios que nos empuja a abandonar un edificio, sería un ejemplo. Otras veces, el disparador puede encontrarse dentro de nuestra rutina diaria, por ejemplo: Tener un vaso de agua en tu mesa de trabajo facilita que bebas más agua en tu día a día, Si este vaso de agua estuviera lejos, beberías mucha menos agua.

Con su “Behavior Model” Fogg anima a los diseñadores a planificar comportamientos. Aún faltándome un marco moral en el que aplicar estos conocimientos, es evidente que la disección de los comportamientos mejora nuestro trabajo, identificando los “stops” que provocan la inacción de nuestros usuarios.

 

Please use the revolving door

Fuente: Fogg Behavior Model

 

La simplicidad se puede medir

La simplicidad juega un papel fundamental en el diseño de cualquier comportamiento. A medida que simplificamos una tarea, la probabilidad de que esta acción se realice será mucho mayor. La simplicidad modifica nuestro comportamiento. ¿Cuál es la definición de simplicidad? Fogg propone la siguiente:

“The minimally satisfying solution at the lowest cost”

Dr. BJ Fogg

Si es la solución mínima para el menor coste, entonces, no estamos hablando de la solución más elegante, ni definitiva. Es la mínima que satisface un problema. La tecnología tiene un papel fundamental en la simplificación de tareas. El uso de nuevas tecnologías explica el incremento de nuevos comportamientos. El botón de compra de Amazon, es un buen ejemplo. Simplificar al máximo el proceso de compra y reducirlo a un solo click hace que el número de ítems vendidos se incremente de manera drástica. La simplicidad cambia el comportamiento.

Botón compra inmediata en Amazon

Para Bg Fogg la simplicidad no es algo intangible, se puede medir. La simplicidad se divide en seis variables: El tiempo. Si una acción nos requiere tiempo, esta será percibida como difícil de realizar. El dinero, si una persona tiene recursos económicos limitados y para realizar una acción necesita un intercambio de dinero, la tarea carecerá de simpleza para ella. El esfuerzo físico, las cosas que necesitan esfuerzo físico, no son simples. Los ciclos mentales, si tenemos que pensar para realizar una tarea no será simple. A la gente no le gusta pensar. La desviación social, una solución que vaya en contra de lo establecido, que rompa las normas sociales, puede ser más simple, pero si ocasiona malestar no será simple para el usuario. La rutina, cualquier acción que se encuentre dentro de nuestra rutina diaria será percibida como más sencilla. Aunque les cueste más tiempo o dinero la gente seguirá percibiendo una acción como más simple.

¿Deberíamos de diseñar para simplificarlo todo? No. El mundo del entretenimiento necesita de la complejidad. Cuanto más complicado es un videojuego más divertido será, dentro de unos límites. También tareas orientadas al aprendizaje deberían de requerir esfuerzo. Lo vamos a necesitar para solucionar problemas que exigirán de nuestra capacidad física o mental. No deseamos que todo sea sencillo.

La solución mínima satisfactoria con menor coste depende de cada individuo y su contexto. Si olvidó mi cartera en casa, las acciones que me resultaban simples ayer, hoy no lo serán. Si estoy conduciendo, mi atención está en la carretera, si recibo una llamada, la acción de contestar será complicada. La simplicidad, como una característica, vive fuera del producto.

¿Resultó fácil incrementar el uso de las puertas giratorias? En apariencia sí. Solo necesitábamos un cartel para incentivar su uso. Pero…

  • Saber que existía una conciencia “verde” en la sociedad a la que podíamos apelar como motivación.
  • Predecir las mejoras que han de tener las futuras puertas giratorías: menos compartimentos y más amplios, funcionamiento automático para que los usuarios eviten realizar esfuerzo, etc. Nos servirá para reducir la habilidad requerida a los usuarios para un mayor uso.
  • Detectar la necesidad de un disparador, en nuestro caso en forma de cartel

… Esto, nos llevó algo más de tiempo. Concretamente 114 años y un PHD en Stanford para encontrar la ecuación correcta que resolver. Si tienes una puerta giratoria en tu edificio y quieres que sea más utilizada, Andrew Shea tiene un “Revolving door action kit” (.ZIP). Diseña por el cambio, Diseña para la acción.