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Alfonso Morcuende

re-new Orleans

Contagious

The true mystery of the world is the visible, not the invisible

Photo by Corey Seeman

El 30 de enero de 1962, en una escuela de Kanshasa, un pueblecito de Tanzania cercano al Lago Victoria, tres niñas empezaron a reír de manera histérica sin motivo aparente. Aunque la profesora intentó poner orden en la clase, otras niñas comenzaron a reír también. Como si de una enfermedad contagiosa se tratara, 95 de las 195 alumnas de la escuela se vieron afectadas. La duración de esta risa incontrolable podía variar desde unas pocas horas hasta los 16 días. Con el paso de los días y la no desaparición de los contagios, la escuela se vio forzada a cerrar.

La escuela era un internado y sus alumnas se vieron obligadas a regresar a casa con sus familiares. Esto provocó el contagio en otras poblaciones. En abril, 217 personas en el cercano pueblo de Nshamba fueron ingresadas por ataques de risa. En mayo, el internado de Kanshasa volvió a abrir sus puertas para volver a cerrarlas en junio. Para entonces la epidemia de risa se había extendido a infinidad de pequeñas localidades a lo largo de la costa del Lago Victoria.

Catorce escuelas fueron cerradas y más mil personas se vieron afectadas por esta risa contagiosa. El fenómeno desapareció 18 meses después de su aparición. Entre los síntomas, además de la risa, se notificaron: dolor, sensación de desmayo, flatulencia, problemas respiratorios, erupciones cutáneas, ataques de llanto y gritos.

No hay nada que explique este fenómeno. Aunque existen investigaciones al respecto, muchos achacan el fenómeno al llamado “Mass psychogenic illness“. Parece ser que los humanos, en circunstancias concretas, somos propensos a sentir enfermedades de manera grupal, aunque no exista una causa física o ambiental que justifique los síntomas de esa enfermedad.

La risa provoca risa. Se trata de un acto contagioso. Todos estamos acostumbrados a las risas enlatadas de las comedias en televisión, esas risas no son más que el intento de contagiar la risa en el espectador. La risa es un acto social, no la expresión de una emoción, trata de recordar la última vez que te reíste a carcajada estando completamente solo. La risa forma parte de ese grupo de señales sociales que nos impelen a que hagamos lo que otra gente está haciendo.

 

Social Proof

Nos gusta observar el comportamiento de otras personas e imitarlo. Aunque haya muchos de vosotros que ahora mismo estén negando con la cabeza, este proceso de observación e imitación se realiza por debajo de nuestra consciencia, con lo que ni siquiera nos damos cuenta de que lo estamos haciendo.

Si ves tocando un músico en la calle y en el cestito de dinero ya hay un par de monedas, estarás más dispuesto a darle una. Si fuera camarero, lo primero que haría sería tener un bote de propinas transparente, que estuviera medio lleno y a la altura de los ojos de mis clientes. Los seres humanos cuando no sabemos cómo comportarnos analizamos lo que otros han hecho y lo imitamos.

Cuando vemos dos restaurantes, uno lleno y otro vacío terminamos entrando en el que tiene más clientela; asumimos inconscientemente que la comida es de mayor calidad en el lleno. Cuanto más gente está haciendo algo, más credibilidad asociamos a esa acción. En 1969, el psicólogo Stanley Milgram realizó un experimento para medir lo contagioso de una acción.

El experimento consistía en situar a una persona en una calle abarrotada mirando al cielo, ahí arriba no había nada especial a lo que mirar, pero se medía el porcentaje de gente que imitaba la acción de mirar al cielo. Cuando una persona miraba al cielo el 40% de los transeúntes la imitaban. Cuando había dos personas, un 60% de transeúntes la imitaban, con tres el porcentaje subía al 65% y con cuatro se alcanzaba un 80%. Lo interesante del experimento es la progresión exponencial de la imitación, si hay poca gente haciendo algo resulta costoso hacer que otros lo imiten, pero una vez llegado al límite “Tipping point” la cosa se dispara. Echad un ojo a este divertido vídeo:

 

Fuente: How to Make Student Engagement Contagious

El concepto de Social Proof no es filosofía, es algo que los diseñadores explotamos de manera más o menos consciente. En sitios de e-commerce estamos rodeados de mensajes como estos “Gente que ha comprado este producto también se han interesado por estos otros…”, “149 Seguidores…”, “Este video se ha reproducido 5.500 veces…”.

La toma de decisiones delegada en lo que otros han hecho con anterioridad está detrás del uso del marcado por defecto de opciones. Estas opciones marcadas por defecto son entendidas por muchos usuarios como las recomendadas y usadas por la mayoría de otros usuarios, son atajos en la toma de decisiones de los usuarios y un engaño.